MONS. GONZALO LOPEZ M.

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lunes, 7 de agosto de 2017

André Toral, antropólogo: "Si existen los santos, Casaldáliga es uno de ellos. Buscaba con muchas ganas el martirio"


José M. Vidal
Sao Felix do Araguaia

En la avioneta que nos trae de regreso de Sao Felix a Cuiabá, coincido con André Toral (Sao Paulo, 1958), un brasileño de origen chileno, cuya vida se cruzó con la de Pedro Casaldáliga allá por los años setenta. Antropólogo, dibujante de comics, historiador y profesor, Toral asegura que el obispo-poeta es "un santo", que siempre quiso ser "mártir" y con una vida que arrastra. Por eso, después de conocerlo a él y a la hermana Genoveva, volvió a la fe católica.

¿Qué edad tenía, cuando llegó por vez primera a Sao Felix do Araguaia?

Era un adolescente. Tenía 19 o 20 años y muchos problemas con los militares, que me perseguían, porque desconfiaban de un chico joven y antropólogo.

¿Dónde se instaló?

Del otro lado del río Araguaia. En el otro margen había una aldea, una aldea karayá, de la que los militares me expulsaron como a un criminal. Yo me quedé supermal y Dom Pedro me apoyó

¿Cómo?

Me acogió en su casa, me puso una cama para dormir justo a su lado y me dijo: 'Véngase a dormir al lado del obispo'. Yo me sentí muy importante, porque era un chiquillo y él, a pesar de las apariencias, era todo un señor obispo. Él me apoyó y me dio mucha fuerza.

Y comenzó a descubrir a Casaldáliga y a los suyos

Sí. En ese momento, me di cuenta de que había más cosas que las puramente materiales. Comprobé que la Iglesia tenía al personal entrenado, para estar al lado de los pobres y de una forma permanente. Porque en esos tiempos en los que yo llegué, nadie se quedaba ahí. Toda la gente llegaba y se iba. Pero la Iglesia, no. La Iglesia tenía allí a aquellas personas, que estaban y se quedaban 30 años o más.

Por ejemplo, el vicario de Dom Pedro, Felix Valenzuela, que todavía está en Sao Felix.

Sí.


O las hermanas que lo acompañaron siempre, como Irene, que ya murió, o Genoveva

Sí. Genoveva fue una persona extraordinaria. Después de conocerla a ella y a Dom Pedro, me volví católico.

¿Sí?

Sí. Ella no hablaba nada. Era un ejemplo. Era la contemplación en persona. Y la acción, porque ella y sus compañeras se quedaron con los indios, en un lugar donde las personas estaban muriendo como moscas. Su ejemplo me dio fuerzas, y después de eso, me tranquilicé y volví a la religión.

¿En su regreso, también influyó Casaldáliga?

Yo me resistía, pero al final me convenció. Las dulces palabras del obispo...Empecé a leer sus poemas. Aún hoy se me pone la piel de gallina, al recordar esos momentos. El obispo y sus compañeros y compañeras eran personas cabales y de fe comprometida. Don Pedro tenía un coraje extraordinario, aunque, al verlo ahora, doblado por la enfermedad, cueste creerlo. Siempre fue flaco, pero tenía un valor enorme y se enfrentaba a malas personas.

¿Le parecía un profeta ya entonces?

Es un profeta. No se encuentran muchos profetas en su cultura y en su religión.

¿Hacía lo que decía?

Sí, lo vivía. Por ejemplo, me impactó mucho las condiciones en que vivía: la ropa rota, las cosas viejas, el cuello de las camisas gastado...La casa donde vive ahora es un como un castillo, comparada con la que vivía entonces, que era una miseria. Una auténtica miseria. Recuerdo que cuando entré en su casa, pensé: ¿Este es el obispo? ¿Aquí vive el obispo?


¿El ejemplo de Casaldáliga afectó a su vida personal?

Tanto que me hizo cambiar. Yo procedía de la alta burguesía de Sao Paulo. Y cambié toda mi vida. Ahora vivo con muchas menos cosas. Ya no me importa. Únicamente voy tirando.

¿El obispo le sermoneaba o le aconsejaba?

Nunca me dijo nada. Solo una vez me dijo una cosa. En aquel momento, yo tenía una aventura femenina y no sabía si era guerrillero o antropólogo o me había casado con mis pololas. Dom Pedro me puso las manos, llenas de huesos, en el hombro y me dijo: 'el matrimonio es la tumba del guerrillero'.

¿Y estuvo con él 25 años?

Sí, pero después regresé a Sao Paulo. Hace diez años que no vuelvo a la región. Por eso, tenía ganas de volver a hablar con él, pero me dijeron que estaba muy enfermo, que ya no hablaba.

Le encantaría verle, porque sigue totalmente lúcido y le encanta recibir a la gente, sentirse querido.

Qué lástima.


Ahora que es católico de nuevo, ¿le haría santo?

Sí. Si existen los santos, él es uno de ellos. Buscaba con muchas ganas el martirio.

¿Quería ser mártir?

Yo creo que sí. No lo consiguió, pero tenía un coraje personal espantoso y vivía una vida muy arriesgada.

¿Como poeta, le parece bueno?

Sí. Yo soy chileno, soy de la tierra de Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Y siempre me encantó la poesía de Dom Pedro.

De hecho, uno de sus poetas favoritos es Neruda.

Me gusta, no tengo otra respuesta. Pedro Casaldáliga, Gabriela Mistral, Pablo Neruda...

Y ahora, ¿a qué se dedica?

Doy clases de historia del arte y de muchas otras cosas. Y sigo siendo antropólogo. Y rememorando las palabras de Casaldáliga, "con la poesía en el corazón". Nunca me olvidé de su ejemplo y del de las personas que trabajaron con él. Pedro Calsadáliga, ¡presente!