MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

lunes, 9 de enero de 2017

exclusivo "ALLI DONDE SE QUEMAN LIBROS, SE TERMINA QUEMANDO GENTES"


Francisco Herrera Aráuz
Director General de Ecuadorinmediato.com
FHA/ Ecuamex

La primera semana de inicio del 2017 en Quito se ha visto una escena grotesca, una muestra de intolerancia política cuando un grupo de ciudadanos ecuatorianos, presuntamente periodistas agrupados en un acto programado por la UNP, ha lanzado al fuego el texto de la Ley Orgánica de Comunicación. Más allá del titular de prensa en algunos medios, el tema no quiere ser ni discutido siquiera, menos expresar alguna voz de repudio. Yo si lo hago, porque no puedo aceptar ser representado por esta muestra de fascismo que expone de cuerpo entero la triste historia que vivimos en el periodismo ecuatoriano.

El 5 de enero como todos los años se cumplen consabidos homenajes en favor del periodista ecuatoriano, al ser considerado este su día clásico. Más allá del significado histórico del mismo, en este último tiempo se ha convertido en un momento digno de mejor causa, ya que se lo ha labrado como un muestrario de la hipocresía nacional toda vez que se hacen y cumplen homenajes tan solo para esta actividad profesional, por lo que les sirve a la clase dirigente nacional, mas no por la respetabilidad que tiene el periodismo en su ejercicio, al que muy por el contrario a lo largo del año se lo combate cuando no conviene a los intereses de los voceros o actores de la opinión pública, o el público mismo que en estos días usa y abusa las redes sociales para enfrentar o azuzar contra la prensa y sus periodistas.

La discusión sobre la prensa y sus libertades es motivo de un arduo debate, en especial en las sociedades tan diversas como la nuestra, donde cada quien pareciera tener su propio concepto de libertad de expresión, de tal forma y modo que no es posible ningún acuerdo ni consenso sobre el tema, tanto que una acusación de violación de tal derecho es usado desde el simple ciudadano hasta el más enconado dirigente político como causal de juzgamiento público que aflora desde el más positivo de los conceptos hasta la más burda de las intolerancias.

La prensa ecuatoriana está seriamente dividida desde sus orígenes. La distinta convicción con la que se mantiene un medio de comunicación y los periodistas que la conforman, hace que su riqueza diversa los alinee con distintos conceptos ideológicos, políticos, sociales y económicos. Cada quien tiene lo suyo, y cada quien busca representar a la opinión de los demás proclamando a su modo y manera lo que cree y piensa en un marco de plena y absoluta libertad. Es más, el fenómeno de la prensa electrónica ha democratizado a un grado amplio, amplísimo, a la comunicación social, al grado extremo de confrontar con el propio ciudadano que le disputa sus posiciones en las redes sociales, que para el caso ecuatoriano muestra siempre su lado siniestro y mísero por el grado de bajo insulto en el que se toca desenvolverse.

Por eso mismo es que nadie tiene la representación de la prensa ecuatoriana, absolutamente nadie, y menos los consabidos gremios de periodistas, que son un fiel reflejo de la sociedad dividida. Es más, en los últimos veinte años el pobre nivel en el que se han refundido los colegios de periodistas, sumados al mísero papel de la UNP, solo expresan que aquí en el gremio periodístico la pobreza intelectual y el obscuro juego de intereses económicos no han podido caer más bajo. Y tan crudo es el tema que bien se puede decir que la peor de las imágenes está entre las demandas de comisaria por el mal manejo de sus dineros institucionales y el nulo aporte intelectual, sin ningún estudio o investigación que apoye a la comunicación social en Ecuador y sus gentes.

En estos últimos años, concretamente en esta década del debate, el gremio ha sido incapaz de entender el nuevo momento que vive la prensa frente al mundo y más concretamente ante el Ecuador. No se dio cuenta del papel del periodismo digital y, ha llegado al extremo de obviar la situación laboral de sus propios periodistas y trabajadores de la comunicación, a los que no atina ni siquiera como defenderlos de un mercado complicado con ribetes de explotación o abuso. huelga decir que no hay un aporte notorio en formación profesional.

Tampoco han sido capaces de responder a los reclamos ciudadanos cuando alguien se siente afectado por lo que la prensa dice expone o hace. Ineptitud es la justificación más evidente para no responder a lo que le hacen los medios, periodistas, columnistas o propietarios de los espacios de prensa en Ecuador, fallando con esto a la gran sociedad que no ha podido hallar en la UNP una respuesta favorable a sus derechos. Si se revisan los archivos nunca este gremio ha sido capaz de reclamar a los medios de una mala información, peor cuestionar la calidad del producto que entrega la prensa y sus periodistas a su propia comunidad. Es decir, solitos ellos se han anulado de un importante papel que correspondería, al menos moralmente, el de intervenir, mediar, apoyar. El público no ha tenido un defensor de opinión en este gremio periodístico.

De manera inexplicable la UNP y algún colegio provincial de periodistas se subieron al ring político el pasado 8 de marzo de 2007, cuando un grupo de empresarios de los “grandes medios”, concretamente 4 periódicos, 5 radios y 3 canales de televisión, decidieron enfrentarse al gobierno del presidente Correa y publicaron un comunicado titulado “Intolerable” con el cual se metían en el debate contra el régimen en condición de actores políticos, para proclamar su oposición al mandatario. Que la historia juzgue este desatino, porque desde la fecha a lo presente este punto de inflexión ha traído las impredecibles consecuencias.

Frente a este alineamiento el gobierno del Presidente Correa cometió un grave error con la prensa ecuatoriana, en este enfrentamiento que le provocaron estos empresarios, este fue el generalizar acusación constante contra toda la prensa a la que le endilgó aquello de “prensa corrupta”. Es imperdonable que el mandatario, que si sabía la diferencia entre los periodistas, los trabajadores de la prensa y hasta los propios propietarios de medianas o pequeñas empresas de medios de comunicación, que son la mayoría, nunca lo dijo ni nunca uso su discurso para establecer claro contra quien luchaba. En eso tiene gran parte de culpa en no haber señalado puntualmente el que o quien y generar un ambiente de culpa contra todos, con lo cual los verdaderos culpables de los males de prensa o sus opositores políticos se ocultaron y manipularon en forma indigna a la opinión pública.

La prensa ecuatoriana siempre ha sido incriticable, en grande o en pequeño, jamás aceptó que la ciudadanía tiene derechos y que se merece respeto. Historias indignantes de los abusos de los medios y periodistas o la arrogancia y explotación de los gran propietarios, así como la mala calidad de la comunicación social en la nación forzaron a un enfrentamiento entre todos a lo que parecía un imperio del abuso al grito cínico de que “en el periodismo la mejor ley es la que no existe” con la cual se justificaron todos los excesos, abusos e intolerancias en contra de todos, sean estos ciudadanos o los propios periodistas y trabajadores de la comunicación social ecuatorianos.

Alineados en el grupo de los grandes propietarios de la prensa, la UNP y algunos gremios de la prensa se pusieron al servicio de esta lucha política opositora, llegando hasta el grado extremo de imponer en elecciones de minúscula representación, en un gremio de más de un millar de afiliados y posesionar presidentes con menos de cien votos, solo porque eran empleados de esos medios a los que se dedicaron a defender sin que importen los demás agremiados. De pronto la famosa unión no fue más que una oficina parlante de esos intereses y otros obscuros objetivos, que incluyeron incidentes diplomáticos, acciones burlescas y expresiones de corte partidista político opositor. Esa era la representación que teníamos en el ambiente de la prensa y sus periodistas. A los que no nos alineamos con esta pose fuimos denostados, descalificados, atacados. Así se portaron en la UNP.

Cuando llegó la hora del debate para establecer la ley de comunicación en el Ecuador, el aporte de los gremios periodísticos fue pobre, intelectualmente hablando, por sus niveles de mediocridad y desconocimiento del tema, de las nuevas formas de comunicación que imperan en el mundo. Una prueba puntual de esa nula participación fue reflejada en los artículos de esa ley que no hablan ni entienden los derechos de la comunicación en lo digital. Ellos fueron quienes ayudaron a redactar esa ley, ellos participaron en los debates, aunque ahora lo nieguen o quieran simular que no fueron escuchados. No aportaron con mucho, eso sí se refleja lo mal representados que los periodistas estuvimos.

Por supuesto, jamás se ha admitido que la Ley de Comunicación en Ecuador es el resultado de los abusos y cansancio de la población de la propia prensa ecuatoriana. Es la reivindicación de quienes fueron abusados de la prensa sin ley, de la impunidad sin rectificación, de la negativa al derecho de réplica. Es el triste espectáculo que se dio desde el periodismo con la clase política con el linchamiento mediático como el caso de Sandra Correa, que cada día nos avergüenza más. Si, duele tener que admitir que esa ley hija de la impunidad que vivimos en los tiempos anteriores y que no podremos ocultar jamás.

Pero, también es obligación por un sentido ético y legal admitir que la LOC fue parte de un extenso y amplio debate de más de 5 años, respaldada por una consulta popular que la mayoría de la población aprobó con voto popular y exigió que se emita. En democracia las leyes deben ser acatadas como resultado de esa voluntad mayoritaria, así no sean del agrado de los grupos minoritarios. Las leyes se emiten para que sean respetadas, esa es la concepción más lógica del estado de derecho, que lo avala el comportamiento ciudadano que cree en el mismo y sus leyes promulgadas. Sin ley no se puede vivir en una sociedad cuyo ordenamiento depende de la respetabilidad de las mismas.

Entonces, es de alarmarse que un grupo alineado con la UNP, que funge de organizadora del espectáculo grotesco, haya concurrido el pasado 5 de enero al besamanos a Rodas porque les regaló una esquina convertida en plazuela para agasajar a los periodistas, por supuesto obviando que el alcalde de Quito está sancionado por haber violentado e la libertad de expresión contra Ecuadorinmediato.com, medio de comunicación que contaba en sus filas con algunos de quienes fuimos afiliados a la UNP hasta este mal momento para la historia de este gremio.

Como queriendo congraciarse con Rodas que había violado la ley de comunicación, el grupo de la UNP decidió quemar un libro que contenía el texto de la Ley Orgánica de Comunicación, en medio de risas sardónicas y agasajados con los titulares de esos medios que antes habían proclamado la lucha opositora política, dejando en claro que ellos se juntan para defender sus intereses y no respetar el derecho ciudadano a una comunicación respetable.

Yo manifiesto mi oposición a este acto grotesco, así sea solo mi voz la única que reclame el quemar este libro que contiene el cuerpo legal. En mi espíritu de hombre de leyes y respetuoso del estado de derecho no puedo aceptar que un grupo de supuestos comunicadores proclame su rebeldía contra sus propios ciudadanos y su estado que dictaron esa ley, cuando una de las obligaciones y principios que rigen el comportamiento de la prensa es el respeto por las leyes no su violación promovida de forma obscena. Pido respeto absoluto a mi concepto y libertad de pensamiento, opinión y critica de las que hago ejercicio en este comentario.

No se ha optado por el camino de la discusión, de la reforma, del debate; llegar a “Quemar la Ley” es atentar en contra de sí mismo, porque uno se pregunta ¿Qué derechos quieren que se respete y defienda a los periodistas si ellos no quieren respetar la ley y la queman? Entonces vale la pena decirlo: que ese es un acto de un grupo de alineados en la UNP, pero no de todos los periodistas, medios, empresarios de la prensa y ciudadanos ecuatorianos, que en forma mayoritaria podemos decir que no nos sentimos representados por este acto de corte fascista, nunca lo aceptaremos. Libros quemaron los nazis, libros quemó Pinochet, como queriendo anular el pensamiento que en ellos se exponía.

Este acto de los periodistas de la UNP no puede ser pasado por alto, ya que es una muestra de intolerancia, pero es también algo más grave, ya que ellos tienen la confianza que su lucha política contra el régimen actual les dé resultado con la elección de un nuevo gobierno que esté acorde a sus intereses, y que no aplique esta ley. Y, si es del caso, desatar una represión contra todos aquellos periodistas que no compartimos sus acciones nefastas, para así dar paso a una represión virulenta de alto grado de intolerancia que ellos la han practicado con este acto.

Fue Heinrich Heine 1797-1856. Poeta alemán, quien lanzó esa temible frase con la que encabezo este comentario. “Allí donde se queman libros, se termina quemando a los hombres”. Fue una frase profética que ciento cincuenta años después, con el ascenso de Hitler al poder en la Alemania nazi-fascista se hicieron grandes piras con la quema de libros y, después de eso pasaron a los hornos crematorios contra los judíos. Que funesta similitud se puede establecer con ese acto de los periodistas de la UNP quemando las leyes por su intolerancia. Mísero espectáculo.

Nota del Director:

Para el final. Puede que me quede solo pero siempre defiendo mis principios. Mis convicciones de respeto por las leyes y el derecho ha sido mi lucha frente a la sociedad, por lo tanto no puedo ser parte de un gremio que genera estas acciones nefastas para el Ecuador y sus ciudadanos. El pasado 5 de enero de 2017 pedí mi desafiliación de la Unión Nacional de Periodistas y he solicitado que se me borre de sus registros. Lo hice en buena medida porque la UNP jamás defendió a Ecuadorinmediato y sus periodistas del ataque de Mauricio Rodas Espínel pero se sometió a este acto rastrero. Ahora expongo mi repudio a este hecho nefasto que afecta al respeto que merece el periodismo del país para sus compatriotas.