MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Acuerdo de paz en Colombia


Mirada Solidaria.es

En el mes de agosto llegó una excelente noticia: El acuerdo de paz entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno colombiano.

Alegra enormemente la idea de estar ante el posible final de un conflicto armado que dura 52 años, que ha dejado ocho millones de víctimas, 220.000 muertos, 45.000 desaparecidos y ha provocado el desplazamiento forzoso de siete millones de personas.

Importante Acuerdo de casi 300 páginas, repleto de criterios y principios, negociado minuciosamente en la Habana durante cuatro años y que contiene numerosas medidas políticas, jurídicas y sociales.

Claro que hay razones y síntomas para no confundir un acuerdo de paz, por esperanzador que resulte, con la misma paz. Queda por delante un arduo camino, repleto de obstáculos.

Antes de entrar en vigor, debe superarse la prueba de un plebiscito (2 de octubre), cuyo triunfo del sí no está en absoluto garantizado, por extraño que parezca.

Son precisamente el ex presidente y hoy senador Álvaro Uribe y sus partidarios (de extrema derecha y un sector solapado del ejército) quienes se oponen al acuerdo. Su campaña de boicot está siendo atroz, basada en dos o tres detalles del Acuerdo, mezclados con mensajes confusos y engañosos. Han lanzado por redes sociales una cadena de comentarios absolutamente corrosivos, falsos, maliciosos y contradictorios con el contenido del propio Acuerdo. Una auténtica ofensa a la inteligencia de la ciudadanía colombiana.

Resulta inconcebible rechazar los aspectos claves del Acuerdo:

– ¿Cómo es posible oponerse al cese de hostilidades bilateral y definitivo y a la entrega física de las armas por parte de las FARC? ¿O lo que molesta es que el Estado tenga que modificar la doctrina militar a favor de la política y desmantelar el paramilitarismo aún existente?

– ¿Cómo es posible no reconocer que el esfuerzo ha sido muy grande por ambas partes y las FARC han aceptado el actual marco institucional y legal, dejando al margen su fundamental reivindicación de un proceso constituyente? ¿O lo que más enoja es que el Estado establezca modificaciones judiciales que pueden responsabilizar a altos militares, presidentes, ministros, dirigentes políticos y miembros de empresas multinacionales que financiaron el paramilitarismo, hasta ahora encubiertos por la impunidad?

– ¿Es que no gustan las medidas de control acordadas, que contarán con la mediación de Naciones Unidas, o las medidas de reincorporación de la guerrilla a la vida civil, o los programas de desarrollo económico y social de las comunidades rurales afectadas, o el retorno de los exiliados y su reintegración…? ¿O más bien lo que enfurece al Sr. Uribe y sus partidarios es que los guerrilleros no vayan a pudrirse entre rejas, sino que va a poder cumplir sus años de “restricción de libertad” prestando servicios comunitarios y, por otra parte, que los grandes terratenientes y ganaderos se vean amenazados por las leyes de “restitución de tierras”?

Varios interrogantes flotan en el ambiente:

…..- Durante muchos años no se reconoció esta guerra en Colombia. Hubo un exclusivo enfoque mediático: el único bando criminal y terrorista era el de las FARC. Hasta que llegó un Informe de la ONU determinando que el Estado colombiano es el protagonista del 80% de la violencia, la cual es ejecutada por el ejército, policía y paramilitares. El territorio colombiano está sembrado de grandes fosas comunes y de miles de casos de “falsos positivos”.

…..- Es cierto que para el ex presidente Uribe y sus partidarios (su paradójico partido “Centro Democrático”, seguido sobre todo por gente de núcleos urbanos, lejanos de la guerra) sólo era admisible una rendición incondicional de las FARC, un acuerdo de vencedor a vencido pero nunca entre iguales. De lo contrario, prefieren que siga la lucha hasta el exterminio, aunque haya que asumir el costo adicional en vidas humanas y un mayor sacrificio para una población que en muchas zonas del país se encuentra al borde de la extenuación. Se ha olvidado completamente que, durante su mandato, Uribe dejó libres con una “Ley de Justicia y Paz” a 32.000 paramilitares culpables confesos de innumerables masacres y de más de 40.000 homicidios. Sólo 22 fueron condenados a un máximo de ocho años y todos quedaron libres en 2015, muchos de ellos formando las nuevas “Bandas Criminales” que operan en todo el país. Y quieren hacernos olvidar que el entorno del propio Uribe se encuentra cercado por la Justicia, con varios de sus ministros presos o huidos, así como personas de su máxima confianza, dos jefes del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), presos por poner el organismo al servicio del narcotráfico y el paramilitarismo y por escuchas y seguimientos ilegales a jueces y periodistas.

– Si triunfa el sí, la aplicación del acuerdo no será tarea fácil: el desarme total de la guerrilla, la incorporación compleja y costosa a la vida civil de los combatientes, la conversión de las FARC en un partido convencional, el desmonte efectivo de los paramilitares, las medidas de justicia con los millones de desplazados, los despojados de sus tierras, los familiares de los asesinados por guerrilleros y militares, la regeneración económica de las zonas rurales arrasadas por la guerra y la erradicación (¿) del cultivo de coca y el pingüe negocio de la producción de cocaína,… Aún en el recuerdo de muchos queda la masacre que sufrió Unión Patriótica: Un partido surgido en 1985 de una negociación de paz entre la guerrilla y el Gobierno, que participó en las elecciones; consiguieron decenas de diputados regionales y alcaldes y varios centenares de concejales municipales. Todos, absolutamente todos, más de cinco mil dirigentes y militantes, los candidatos presidenciales, parlamentarios, alcaldes y concejales, fueron asesinados por grupos paramilitares, fuerzas de seguridad del estado y narcotraficantes.

…..- ¿Por qué el escaso entusiasmo en Colombia con este Acuerdo de Paz? ¿Por qué la parcialidad del monopolio mediático durante todo el proceso del Acuerdo? ¿Por qué no hubo mayor pedagogía de la paz por parte de los negociadores hacia la población? ¿Por qué se ha utilizado este Acuerdo como signo de debilidad estatal para atacar al presidente Santos? ¿Por qué resulta tan fácil y tan barato manipular y utilizar a la población con intereses partidistas? ¿Aparte del Acuerdo de Paz, llegaremos algún día a saber todo lo que ha pasado, la verdad de los hechos acontecidos y los nombres de los responsables?

Mientras tanto, bienvenido sea cualquier gesto de paz,…

(Comentario basado en artículos de prensa como el publicado por Luis Matías López en Público.es, y en otros testimonios de personas colombianas)