MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

lunes, 19 de octubre de 2015

¿La esperanza puesta en el Sínodo?

 
Anastasio Gallego
 
RD.- El concilio Vaticano II se clausuró el 8 de diciembre de1965. Es decir, este mes de diciembre se conmemorarán los 50 años de la clausura del único concilio ecuménico del siglo XX.
 
Es curioso:
 
El Papa Juan XXIII convocó el ConcIlio. Ya es SANTO.
El Papa Paulo VI lo clausuró y ya es BEATO
Del papa Juan Pablo I nadie se acuerda de él
El Papa Juan Pablo II ya es SANTO
El papa Benedicto XVI todavía vive
 
Y DEL CONCILIO POCOS SE ACUERDAN DE ÉL, pues algunos se empeñaron en olvidarlo.
 
La Iglesia de Roma ha tenido más prisa por hacer santos que por llevar a la práctica lo aprobado por el Concilio Ecuménico VATICANO II.
 
Ahora tenemos el Sínodo Extraordinario de obispos sobre la familia, convocado por el Papa Francisco y casi ha levantado más polvo con un solo tema que el Concilio.
 
Quienes vivimos la celebración del Concilio y leíamos cada día las crónicas de "periodista en el concilio", soñamos con una iglesia viva, pobre, de vuelta al pueblo en ese símbolo que significó la misa en lengua corriente y de cara a la gente.
 
Aún recuerdo una caricatura de Mingote de las dos "beatas" saliendo de la iglesia en la que habían oído hablar del Concilio y las reformas de la Iglesia. Una le decía a la otra: "No te preocupes, al cielo, lo que se dice al cielo, iremos las de siempre".
 
Hoy el Sínodo toma un poco descreídos a algunos y esperanzados a otros. El "efecto Francisco" se va sintiendo como aire refrescante para unos y como ventarrón para otros. Empezó con buenos augurios y se ha ido realizando en medio de indudables tensiones. No en vano se juega la seguridad de unos y la reafirmación de otros.
 
Una cosa es cierta: muchos quieren estar dentro de una iglesia que se va llenando de a poco de misericordia y va abandonando las vigilancias carcelarias. Una iglesia que prefiere un pastor a un perro guardián. Claro, los perros guardianes temen perder su poder de sentirse los vigías en la noche y custodios de un tesoro, mientras el pastor espera en la puerta el regreso.
 
Personalmente, pienso que la sola convocatoria del Sínodo y la metodología usada, nos abren la esperanza y el corazón a nuevos caminos.
 
Recuerdo la anécdota, pues la viví, de un santo arzobispo en una asamblea del clero diocesano: había, indudablemente dos bandos. Uno inmovilista y rigorista y otro abierto al futuro. Luego de una ardua discusión, el anciano arzobispo de dirigió a los primeros y, con pesar, les decía "padrecitos, hay que caminar, no se queden sentados".
 
Luego se volvía los segundos y simulando estar jadeante, les decía: "Padrecitos un poco más lento que no puedo alcanzarles". El anciano arzobispo hizo pasar a todo el clero en tres años por cursos de actualización pastoral dirigidos por Mons. Leonidas Proaño. Y ello, so pena de quitar las licencias de predicar y confesar a quien se resistiera a ir a los cursos. Padre y pastor.
 
El Sínodo nos hará caminar, no correr ,para que los unos se pongan en camino y los otros no se despeñen, pues "Dios ayuda a los buenos cuando son más que los malos".
Cincuenta años de concilio y mientras unos quieren mirar hacia atrás, como la mujer de LOT, otros queremos mirar hacia adelante siguiendo al pastor.