MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

viernes, 17 de abril de 2015

Otra de la prensa

 
Lucrecia Maldonado

Entre otras muchas características el ser humano se caracteriza por ser manipulador. Tal vez es parte de los recursos de la inteligencia que bien pueden habernos servido para sobrevivir entre mamíferos que nos triplicaban la estatura y felinos de dientes de sable. Pero creo que, más que nada, se utilizaba para confundir a los miembros de la misma especie, que quizá ya nos estaba disputando eso por lo que ahora nos arranchamos y nos sacamos los ojos de todas las maneras posibles: el poder.

Se nos ha hecho creer que la función de los periódicos y de los noticieros es mantenernos ‘informados’. Pero si solamente observamos la selección y combinación de las noticias en una primera plana comprendemos que nada –nadie – es inocente. Y cuando vemos las columnas en donde se pretende ‘crear opinión’, la pregunta es: ¿Se puede ‘crear’ la opinión ajena? ¿Hasta qué punto es auténtica una opinión ‘creada’ por alguien que nos impone un punto de vista?

Pero, como decía Felipe, el de Mafalda: “Lo que tiene que oír uno por andar con las orejas puestas”. Una de las principales funciones manipulativas de cierta prensa, sobre todo de eso que se llama ‘prensa rosa’, es la trivialización. Así como el rey Midas convertía en oro todo lo que tocaba, a través de esta función cuasi matemática, la prensa especializada convierte en banalidad cualquier cosa a la que se acerca a medio kilómetro: las frases de Mujica, las citas del papa Francisco, la desaparición de 43 normalistas en México, las últimas matanzas en el mundo… Ya pasó, ahora toca ver qué se pusieron las ‘celebridades’ para ir a la entrega del Oscar. No perdamos tiempo en lamentaciones…

Como quien no dice nada, la prensa elige quiénes van a ser los buenos y a quiénes convertirá en malos en cada noticia. Elimina calificativos, pero no cuenta nada bueno. Se centra en el detalle grotesco, en el error de dicción, en la suposición inquietante. Olvida lo de bueno, lo menciona una vez en pequeñas columnas que caen en el olvido. Manipula la gramática y convierte el condicional en el modo verbal más usado por si acaso el mal aire no nos coja confesados. Y, por supuesto, dictamina el estatus de las víctimas: trece personeros de un periódico humorista francés arrastran mucho más que 150 estudiantes kenianos, por poner un ejemplo. Luego se arrepiente y alguien escribe un editorial entre contrito y justificativo. Y todo bien, claro, para qué nos vamos a hacer problema. O al menos eso piensan que transmiten. Y hasta parecería que se lo creen.