MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

sábado, 21 de marzo de 2015

Ecuador disperso y dividido


Pedro Pierre

Discernir, siempre es el gran desafío. Los acontecimientos se suceden tan rápido que es difícil relacionarles los unos a los otros. Se nota un despertar grande al nivel de organización popular, pero las alianzas van en todas las direcciones. Al nivel internacional les grandes agencias de noticias nos mienten. Se nos dice que ya no vale la diferencia ‘izquierda-derecha’: es cierto que varios de izquierda son muy de derecha, pero la derecha queda bien de derecha. La corrupción carcome a los más definidos como Petrobras(il). Cada gobernante nos propone la solución de los problemas. “Lo mejor está por venir”, nos dicen los de siempre.

En la Iglesia católica la renuncia del papa Benedicto evitó el colapso de una institución que no soportaba más los escándalos pedófilos y financieros. Frente a las dudas para la elección de un nuevo papa se nos decía que el Espíritu de Dios guiaba a los cardenales. Los cardenales y el Espíritu Santo, después de varias semanas de retiro y en unas breves votaciones, eligieron al papa Francisco para poner orden en la casa grande y orientar a la Iglesia según la práctica de Jesús y las orientaciones del Concilio Vaticano 2°, máxima autoridad en la Iglesia. Difícilmente el papa Francisco puede estar más claro en palabras, escritos y gestos… pero poco se siente en las diócesis el efecto de sus orientaciones. Los obispos no habían sido elegidos para ser “pastores con olor a ovejas” ni los sacerdotes formados en los seminarios según las grandes intuiciones y novedades del Concilio: “una Iglesia pobre para los pobres”. La mayoría de los católicos prefiere una religiosidad que les conforte en obtener milagros que no llegan para salir individualmente de sus problemas materiales. ¿Se habrá equivocado el Espíritu Santo?

¿Por dónde encontrar criterios que nos ayuden a optar, por una parte, en lo socio-político-económico, por un cambio que nos saque de la pobreza y del individualismo; y, por otra parte, en lo religioso-eclesial, por un cambio que nos haga volver a la práctica de Jesús y de las primeras comunidades cristianas?

Me atrevo a presentar una sola propuesta, tanto para lo socio-político-económico como para lo religioso-eclesial: la opción por los pobres. En nuestros tiempos, todos nos dicen que van a suprimir la pobreza, desde el Papa hasta el dirigente barrial, desde la ONU (Organización de las Naciones Unidas), el FMI (Fondo Monetario Internacional), la OMC (Organización Mundial del Comercio) y el BM (Banco Mundial) hasta el Gobierno… Y los periódicos cada año nos informan que los multimillonarios han aumentado en número y en cantidad de miles de millones…

Las cosas cambiarán cuando, por una parte, los pobres tomarán conciencia de que son ellos quienes tienen que organizar el compartir (económico), la participación (política) y la expresión (cultural) sin que otros repartan para ellos, decidan por ellos y hablen en nombre de ellos. Todavía falta mucho que caminar, pero si nos metemos en este camino estaremos más cerca de lograr esta civilización de la solidaridad…