MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

sábado, 14 de junio de 2014

ABM Homenaje al P. Agustín E. Bravo Muñoz


 

IGLESIA DE RIOBAMBA (Temas)

El Padre Agustín E. Bravo Muñoz ha hecho historia en Iglesia de Riobamba, como colaborador más cercano de Mons. Leónidas e. Proaño Villalba, como Vicario General en la administración de la Diócesis de Riobamba en los tiempos del gran Obispo de los Indios, como sacerdote- párroco, con una sensibilidad exquisita, como poeta, como escritor, como lector incansable, como teólogo, como perla escondida.

El Padre Estuardo Gallegos Espinoza, preparó y organizó, como director de los trabajadores y trabajadoras del Fondo documental diocesano, un acto de gratitud a don Agustín, Maestro y Amigo, el 28 de Mayo de 2010.En en este acto el Padre Estuardo Gallegos dijo estas palabras:

Al pie de un árbol florido

Me puse a considerar:

¡Qué pocos amigos tiene

El que no tiene que dar!

Estamos reunidos quienes nos congratulamos del cumpleaños próximo del P. Agustí Bravo Muñoz, pues resulta grato, aunque sufrido, muy sufrido, para él, admirar tanta vida en quien ha llegado a ser nuestro maestro y amigo entrañable.

Gratificamos a él por sus servicios prestados al pueblo y por tanto a cada uno de nosotros. El agradecimiento sincero, hoy más que antes, es necesariamente relacional. Tiende puentes solares. Hemos recibido su palabra, su alegría, el pan de su mesa y nos sentimos deudores, no tanto de lo recibido sino de la actitud paternal que siempre inspira sus actos de generosidad.

Por eso, en esta tarde le mostramos la voluntad de ser recíprocos, aunque en eso de ser obsequiosos nos quedamos lejos de usted y de su hermana Blanquita. Pero aquí estamos propios y extraños para realizar este acto creativo, en el marco de Muestra de su gran amigo monseñor Leónidas Proaño, el Obispo de los pobres. Acto creativo que esperamos genere benevolencia entre nosotros, reparta la comunión de la palabra y haga visible el afecto que don Agustín siempre nos brinda.

Estas relaciones reversibles son la urdimbre del tejido de la vida humana, al que cada día le cruzamos la trama artística, alegrada por nuestros colores y relieves andinos, para que estreche el tejido y le de singularidad. Así tejiendo y agradeciendo nos hacemos más personas, pues en la prisa de los días, vamos decidiendo el modo de hacer nuestra vida.

La relación con el P. Agustín ha sido siempre a favor de la generosidad, del compromiso de la fe, de la apertura al cambio, a la vitalidad, de la cercanía a los pobres. Relación perseverante desde su actitud animosa para que sigamos caminando, observando con ojo crítico “la cosa” que empezó en Galilea y que se va evaporando en nuestras tierras.

Las charlas serias y las ocurrencias alegres son para nosotros evidencia de la vida, intercambio de palabras transparentes que nos piden respuesta positiva. Admiramos su diaria batalle con la vejez, con el olvido, con la soledad, con la impotencia de poder leer y escribir. Eso siempre impresiona y nos mueve a ejercitar nuestro espíritu, desde ya para dar la batalla a nuestros propios fantasmas.

De usted hemos recibido luz y conocimiento más profundo de Cristo y de nuestra fe, desde su cátedra de bondad que atrae porque nos deja en la esquina de la dignidad, con palabras llanas y frases provocativas; así son sus favores envueltos en alegría. Todo eso se nos pegó para pasar a ser el motivo y la esencia de este acto.

Taita Agustín celebrando con Mons. Leonias Proaño

Una mirada desde la fe

El agradecimiento que experimentamos esta tarde, es el mismo sentimiento emocionado que hemos vivido por primera vez en nuestra vida de creyentes, al verificar los dones espirituales que nos llevan al encuentro con Dios Padre. Agradecer siempre ayuda al florecimiento del espíritu, porque es la señal que estamos tomando conciencia de todo lo que recibimos de Dios, en especial nuestra existencia útil.

El espíritu se expresa reconocido ante el don de la vida, atento a los gestos de Dios, para hacer la proclama pública de sus obras. Creo que a mayor conciencia de la generosidad divina, mayor agradecimiento, por lo cual la verdadera fe no es sino la acción de gracias que se expresa en todos los momentos. Jesucristo es nuestro agradecimiento en persona, pues en Él viene a ser una eu-kharis: una gran gracia mesiánica que desborda bendición y salvación para todos.

Es la urdimbre sobre la que va nuestra trama de vida renovada.

Sus palabras entre nosotros

Son incontables los temas que dialogamos con usted, buen oficiante del diálogo; su preocupación por:

Ser cristianos de base humana para proclamar lña buena noticia a los hombres dicha desde los pobres.

Tomar la cruz que somos nosotros mismos, y no las cruces del sistema, para seguir a Cristo muerto y resucitado.

Preocupación angustiada por la Iglesia clericalizada y constatiniana que pierde norte.

Amar la Iglesia de Riobamba como sacramento histórico del mismo Cristo.

La construcción de una comunidad pequeña y fraternal como testimonio de vida y espacio de redención para todos.

Sentir la presencia de Monseñor Leónidas Proaño, profeta y Padre de la Iglesia latinoamericana.

El imperativo de leer, estudiar, pensar con propiedad y dialogar durante la tarea evangelizadora.

Continuar la revolución inconclusa del poncho en el tiempo de la globalización y del neoliberalismo deshumanizante.

Participar decididamente en el albaceazo colectivo frente a la campaña de desproañizar el Ecuador.

Vivir la fe sin mezclarla con las ideologías, ni de derecha, ni de izquierda, sino dejarla caminar por donde nadie ha caminado todavía.

Opción por los pobres y los indígenas sin dubitaciones ante los ricos y poderosos.

Recordando que más pecaminoso que el comunismo ateo es el capitalismo idólatra.

Encontrar identidad para los sacerdotes que agonizan crucificados entre la transubstanciaicón y el celibato.

Estos puntos y otros muchos han sido temas de su pluma abierta y clara y han sido también motivo de sus cansancios.

Le debemos agradecer por su importante reflexión que nos pusiera al día “de las últimas audacias del espíritu creyente” las mismas que han convertido su vida en una peregrinación larga y bien empleada, porque no buscó el ser el mejor sino hacer lo mejor posible para que nuestra Diócesis lograra fidelidad al Evangelio.

Aún no pensamos cuál es su legado, pero por más poderoso que sea éste, no es igual al ser viviente. Por eso siempre buscamos su presencia de llama viva en nuestra memoria.

Le damos gracias porque al atardecer de su vida ha creado desde su escritorio una soledad acompañada. Es como la última zanja de la trinchera desde donde nos desparrama sus ojos bondadosos, sus palabras de venerable anciano que le han ablandado el rostro como testimonio de quien, con ganas de viajar para siempre, necesita decirnos su se secreto definitivo.

Gracias don Agustín, porque hemos comprendido que debemos poner toda la esperanza en el hombre pobre y buscar la práctica de la justicia; gracias porque frente a las promociones eclesiásticas hemos visto que es mejor el peso maravilloso de un buen número de sabios sentados en la tierra junto a los pobres haciendo acrobacias para sobrevivir y reconociendo el paso esperanzador de Dios entre sus miserias.


En conclusión

Nos preguntamos ¿Y ahora, quién continuará, en nuestra Iglesia particular, la búsqueda de lo esencial? Por lo pronto, nuestro compromiso será ser “nosotros mismos”, una pequeña comunidad de creyentes con identidad, no ponernos a alucinar cosas y escenarios distintos de lo que aprendimos de usted. Su palabra sigue vigente, gracias a su fe que ha sido su clave de misterio y gracias a su trabajo cuerpo a cuerpo con la palabra afinada en su vieja máquina de escribir para lograr una melodía todavía inconclusa-

Este acto ha sido preparado desde el afecto grande a Don Agustín, viene del amor y ojalá nos conduzca hacia él, para que alcancemos el alto ideal de la unidad. Desprendernos para comprendernos.

Cualquier rato usted se nos desprende de nuestro diario vivir y para entonces espero que estemos más unidos y armonizados; que hayamos aprendido a ser profundamente humanos, tejedores de la colorida trama de la vida humana en la urdimbre de Cristo que nos sostiene y da sentido a la existencia.

Que siempre seamos sencillos ante maestros como usted, para que no nos cueste ser agradecidos.

Les invito a madurar más rápidamente en el compromiso de la fe, en los proyectos sociales, en la edificación de la pequeña comunidad de creyentes.

No es asunto de ego, es la pura verdad.