MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Estrellas vivas

 
Pedro Pierre
 
La Navidad nos ha llenado de luces por todas partes, las unas más sofisticadas que las otras. Árboles, casas, vitrinas, supermercados, papanoeles… hasta el punto que uno se pregunta qué es lo que queda de la primera Navidad. La sencillez, la pobreza, el compartir, la solidaridad no caben en este sistema neoliberal consumista y engañador.
 
¿Son nuestras novenas, más allá de un tradicionalismo piadoso, el testimonio de que Jesús es una buena noticia para todos los desorientados de hoy? ¿Traducen los personajes del pesebre el grito de un mundo que se autodestruye destruyendo a la naturaleza? ¿Es presentada María como la que proclama a su prima Elizabeth que su hijo viene para “derribar a los poderosos de sus tronos y exaltar a los humildes, colmar de bienes a los hambrientos y despedir a los ricos con las manos vacías”? ¿Vamos más allá de representaciones reales cuando hablamos del buey, del burro, de los magos, de la estrella? Mateo puso esa estrella para decir que la luz de Dios brilla sobre todas las gentes, de Oriente y de Occidente. Y que en el Reino de Dios nadie es extranjero…
 
El Reino de Dios está naciendo con Jesús y Él dio la vida para hacerlo realidad en su corta vida. Ahora nos toca a nosotras y nosotros continuar siendo estrellas vivas para que los más necesitados se sientan envueltos en la luz de la esperanza. Que nuestras palabras y nuestras actividades les iluminen para que confirmen o emprendan su liberación en la fraternidad y la fe. Así seremos los bienaventurados que proclamó Jesús.
 
Bienaventurados cuando tenemos un espíritu compasivo que comparte dolores y alegría. Bienaventurados cuando tenemos un corazón humilde que da ternura a los desesperados. Bienaventurados cuando tenemos un espíritu valiente que nos permite denunciar las injusticias. Bienaventurados cuando nos unimos a todas y todos los que tienen hambre de pan y sed de justicia. Bienaventurados cuando lloramos con los que lloran para superar juntos las adversidades. Bienaventurados cuando pasamos por incomprensiones, desánimo, cansancio, pero sin detenernos en el camino. Bienaventurados cuando sabemos gozar juntos los pequeños logros y los caminos abiertos. Caminemos adelante todas y todos los bienaventurados, porque así estamos viviendo en plenitud.
 
Es este testimonio navideño que se espera de nosotros los cristianos: ser estrellas vivas que indican caminos de vida, de justicia, de fe y de esperanza… porque, como la estrella de Belén, los estamos recorriendo mirando siempre adelante.