MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

miércoles, 22 de mayo de 2013

La Venezuela real o la mentira inflada de los medios



Numa Molina
(sacerdote, periodista y teólogo)

Allí está mi gente,  apertrechada de esperanza y de vida. Con la memoria histórica tan fresca porque a decir verdad, creo que nos hemos hecho especialistas en memoria histórica y cada día creceremos más en ella, por eso hoy no nos pueden robar los sueños. Mi gente no se chupa el dedo como decimos aquí, es decir no es crédula para comerse todo lo que dicen los medios, saben que esta receta es la misma de 2002 cuando el golpe.   Los venezolanos y venezolanas estamos ya curtidos en la lucha. Sabotajes petroleros, golpe de estado y una larga historia sin parar de 14 años en los que la construcción de país se ha hecho difícil con una oposición que no ayuda sino que entorpece. Tenemos opositores con conciencia de país pero lamentablemente  esos no son los que están ocupando el liderazgo opositor en este momento. 

En el interior del país sigue la escasez de algunos productos de la cesta básica y todo maniobra de la oposición para generar hambre y carencias en el pueblo. Hoy visité en Caracas los supermercados Madeirense que forman parte de una cadena  privada y estaban repletos los anaqueles de productos de la sesta básica.  Hubo unos días en los que fue mas notable  la falta de productos pero, por arte de magia comenzaron a aparecer. Todo aconteció  una vez que el gobierno  enfrentó a las mafias de la especulación y a los empresarios burgueses que manejan la mayor parte de la industria alimentaria. El pueblo también ha comenzado a levantarse para defender sus derechos como un solo cuerpo,  unido al gobierno (http://www.aporrea.org/contraloria/n229028.html).  Los consumidores están claros que esta es una maniobra más de la derecha venezolana con recetas elaboradas en USA para seguir desestabilizando la revolución bolivariana,  que es punta de lanza en el movimiento de los pueblos latinoamericanos e inspiración para muchos pueblos del mundo. 

También es cierto que hoy la dieta del venezolano es mucho más completa y abundante porque el poder adquisitivo  aumentó en estos 14 años de revolución. Para muestra un botón, según cifras del presidente de la Asociación de Ganaderos Bolivarianos antes teníamos un consumo de 60 litros de leche por persona al año, hoy pasamos a casi 100 litros y el consumo de carne subió de 15 kilos a 25 anual por persona. En estos rubros como la carne se suma otro ingrediente, el del contrabando, la Federación de Ganaderos de Colombia denunció que están llegando a Bogotá 14 camiones diarios de ganado venezolano.

Pero hay algo que no podemos ignorar en este breve análisis,  el país vive la dura experiencia de una dictadura mediática ocasionada por los grandes medios que tienen  sus tentáculos bien anclados internacionalmente y apoyados  por una especie de entelequia comunicacional como es la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP),  que no es un sindicato de periodistas soñadores sino de capitalistas de la comunicación de los más feroces. Ellos se encargan de mentir día y noche para generar ante los escenarios internacionales una imagen pésima del país. Ejemplo, cuánto turismo pierde Venezuela anualmente por esa campaña originada en las mentes de grupos económicos con nacionalidad venezolana pero con sus capitales en el norte.  

Es justo también  reconocer que ha habido errores, hemos tenido funcionarios mediocres en el alto gobierno que no han dado lo mejor como para sembrar el petróleo; después de catorce años ya deberíamos ser un país con independencia alimentaria. No obstante los errores,  se están dando los pasos de cara a lo que el presidente Chávez llamó “eficiencia o nada”. Tenemos ese reto en cuanto a la producción de alimentos y en otros campos, hay mucho por corregir y tanto por hacer, no es perfecto nuestro proceso de cambios pero si perfectible y creíble,  lo hemos demostrado ante el mundo. Algo alentador es percibir   que hay infinitos sueños en el corazón del pueblo que solo de escucharlos te llenas de una fe capaz de mover montañas, como nos enseñó una vez el  maestro de Nazaret.