MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

miércoles, 27 de marzo de 2013

El paso de Dios

Pedro Pierre
 
El calendario civil está marcado por una serie de fiestas y celebraciones religiosas. Desde varios años se añaden las celebraciones de rituales indígenas que captan cada vez más el interés de los ecuatorianos y los turistas. Para los cristianos, la Semana Santa que se está celebrando en estos días marca un hito en las devociones y las expresiones religiosas de todos los continentes. Se recuerda el paso de Dios en la persona de Jesús hace unos 2000 años, que hace de él uno de los grandes líderes religiosos de la historia de la humanidad.
 
La renuncia del papa, a su cargo, y la elección de un nuevo papa han tenido una amplia cobertura en todos los medios de comunicación. La personalidad del Papa Francisco llama positivamente la atención por su sencillez, su cercanía y sus gestos que hacen pensar en la posibilidad de una reforma de la institución eclesial.
 
Por ser latinoamericano, el Papa Francisco ya permite una proyección universal de las experiencias religiosas latinoamericanas. Es en América Latina donde los católicos son los más numerosos. Es en América Latina donde el protagonismo mundial de las cosmovisiones de los pueblos autóctonos es el más pujante para la conformación de una sociedad diferente. Es en América Latina donde el Concilio Vaticano II, celebrado hace 50 años en Roma, ha tenido el mayor recibimiento y ha fructificado en el crecimiento de la iglesia de los pobres mediante el florecimiento de decenas de miles de comunidades eclesiales de base nacidas en los sectores pobres tanto del campo como de la ciudad. Esta novedad ha dado nacimiento a una nueva expresión teológica dentro del Cristianismo con la Teología de la liberación: el pobre no es solo el destinatario de la fe, es sobre todo el protagonista de una nueva comprensión de Jesús, de la iglesia y de su misión.
 
 
El Papa Francisco, que ha tomado su nombre del ‘poverello’ de Asís, el gran reformador de la iglesia en el siglo 13, ya en sus primeras intervenciones ha hecho referencia a la importancia de los pobres tanto para la iglesia como para la sociedad. Las iglesias como las sociedades se evalúan según su grado de solidaridad con los pobres y sus opciones por asumir sus causas.
 
Todo esto conforma el nuevo paso de Dios en la historia de la humanidad. Jesús nos repite como a sus apóstoles, inconscientes de lo trágico de los últimos días de su vida terrestre: “¡Queden despiertos para no caer en la tentación!”… Hoy la gran tentación es perder el rumbo de la fe y la fraternidad.