MONS. GONZALO LOPEZ M.

MONS. GONZALO LOPEZ M.

lunes, 25 de febrero de 2013

Hermano Papa


Nos llegan lejanas noticias de ti. Dicen que te bajaste de la cruz, que no seguiste el ejemplo de Juan Pablo II, que quiso ser “signo” de que la Iglesia no se gobierna con fuerzas humanas sino con el Espíritu Santo. Pero también nos llegan noticias de que el Espíritu Santo se las ha tenido que ver estos últimos años con rencillas de poder que agotan a cualquiera. Debe haber sido duro todo eso. Acá a veces nos peleamos por quién lava los platos o limpia el baño, y nos hacemos harto daño con la competencia entre nosotros, cómo será allá que tienen cosas más importantes por las que pelearse. Te escribimos para hacerte presente nuestra solidaridad.


Por acá no nos preocupa quién será tu sucesor. No habíamos oído hablar de ninguno de los papábiles (nuestra candidata sería la hermana Lupita, pero le preocupa que si se va no hay quien sepa cómo funciona la cocina).

Hemos leído que lo que están peleando en la próxima elección es si continúa tu “operación limpieza” de la corrupción en la curia o si los poderes de las tinieblas pueden más. Nos resulta lejana esa disputa, pero importante, así es que solidarizamos con tu lucha contra la corrupción.

Echamos de menos en esta elección una disputa a nivel teológico y pastoral, pero no nos extraña. Nos dicen nuestros mayores que fuiste tú quien sacaste de los seminarios, universidades y publicaciones católicas los temas teológicos y pastorales que se discutían cuando eras teólogo. Nos dicen nuestros viejos también que pretendiste acabar con el más evangélico de los frutos de la Iglesia en los últimos siglos: el compromiso de la Iglesia Latinoamericana con la liberación de nuestros pueblos, el 40 % de los católicos del mundo. Pero no te tenemos rencor, todo lo contrario. Lejos de los seminarios y universidades nuestros viejos han seguido enseñándonos a leer el evangelio. Dicen que crees que “restauraste” la antigua Iglesia inmutable, porque en el cónclave que viene no será tema la implementación del Concilio Vaticano II ni la teología de la liberación. Parece que todo es tan distinto por allá. Acá en América Latina también hay gente de Iglesia que cree que la teología de la liberación está muerta.

Hoy dices que te faltan fuerzas espirituales para gobernar la Iglesia. Eso acá lo llamamos desolación, sequedad, y por eso queremos animarte.


Te escribimos para contarte que hay gente en la Iglesia que se siente llena de fuerza del espíritu, fuerza porque ser débil es una manera de ser fuerte: religios@s y laic@s que atienden migrantes y le hacen frente al crimen organizado, laicas que forman cooperativas de cafeteras, frijoleras, tejedoras o lo que sea para sacar adelante juntas a sus hijos. Obispos y curas que comparten el día a día de la autonomía indígena y la resistencia a la invasión capitalista. Catequistas y seminaristas que sacaron la parroquia a la calle para descubrir el evangelio entre jóvenes drogadictos. Algunos curas más osados que se atrevieron a entrar a los prostíbulos con la frente en alto (porque no iban a saciar con sexo pagado sus propias frustraciones, sino a consolar las penas de las trabajadoras sexuales). Instituciones de Iglesia que reparten condones a mujeres que no son dueñas de su cuerpo. Otros compas indignados desde la calle y las barricadas. Diáconos que acompañan parejas que no se pueden casar y comulgar “como Dios manda”, etcétera.

Esa Iglesia no está falta de fuerza espiritual. Está fuerte, pero no hace mucho ruido, no sale mucho en la tele ni en los diarios, y eso que no son pocos. Y te cuento una cosa: siguen alimentando su fe con la teología de la liberación, que no está muerta, andaba de parranda. Es verdad que no se enseña en los seminarios y universidades, pero se susurra en favelas, en comunidades indígenas, en cumbres ecuménicas, en patios carcelarios, en clases de religión de colegios sin nombre de santo. En noviciados de congregaciones religiosas, en colectivos de estudiantes “ultrones” y en barrios de migrantes por todo el continente. Se difunde en blogs donde la inquisición no llega, en Facebook y en radios comunitarias.

Hermano Papa: te animamos en este paso al lado que estás dando. Leemos en el diario que es un gesto de valentía, aunque no terminamos de entender porque no nos hemos dado el tiempo para leer el libro sobre los Vatileaks. Rezaremos para que todo salga bien en la curia. Tennos a nosotros también en tus oraciones. No hemos desertado de la Iglesia, acá estamos, sintiéndonos hermanos y sintiéndote hermano en el Señor Jesús, queriendo compartir contigo las fuerzas de su Espíritu.
Te saludamos desde cualquier lugar de América Latina.

Luis García Huidobro