MONS. GONZALO LOPEZ M.

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viernes, 14 de septiembre de 2012

El futuro de la Iglesia está en manos del laicado, no de la jerarquía



Entrevista - Don Tomás Balduíno: El futuro de la Iglesia está en manos del laicado, no de la jerarquía
Ermanno Allegri
Director de ADITAL
Adital

El Obispo emérito de la ciudad de Goiás y consejero permanente de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), Don Tomás Balduíno, está en Fortaleza, Ceará, donde participa del Simposio "50 Años del Concilio Vaticano II y 40 Años de la Teología de la Liberación – ¿Qué dice el Espíritu a las Iglesias?”. El evento finaliza mañana (1) y es organizado por el Movimiento Formación Cristiana Libertadora.

En entrevista con ADITAL, Don Tomás habla sobre los cambios en la Iglesia generados por el Concilio Vaticano II, enfatiza el importante papel de los laicos y laicas y contextualiza el escenario de América Latina.

ADITAL – El Concilio Vaticano II fue el momento en que la Sagrada Escritura fue el foco central, volvió a ser el interés central de la Iglesia y comenzó, sobre todo, a llegar a las manos del pueblo, a las manos de los cristianos, de los laicos. ¿Esto causó algún cambio dentro de la Iglesia?

Don Tomás Balduíno - Causó muchos cambios. Yo hablo del caso de América Latina en que había ya una búsqueda de contacto con la Biblia, con la palabra de Dios en las comunidades, sobre todo, considerada en situación de inferioridad en relación con los creyentes que luchaban muy bien con la Biblia. Entonces, entre nosotros, tuvimos la gran oportunidad de Carlos Mesters, de su grupo, del CEBI, de la lectura popular de la Biblia. Eso fue como el huevo de Colón y difundió mucho la Biblia entre nosotros.

ADITAL - La Iglesia Pueblo de Dios despuntó también casi, si no como en contradicción, como nuevo valor del Concilio. La Iglesia del lado jerárquico no acompañó este cambio.¿Cómo ve esta cuestión, sobre todo, pensando en el futuro de tantos teólogos casi que alejados?

Don Tomás Balduíno - La cuestión del Pueblo de Dios se convirtió en una propuesta hacia adentro de la Iglesia, que se mete con la estructura, por eso, tuvo más reacción por parte de la Curia, ellos no esperaban aquél esquema que pusiera al Pueblo de Dios antes de la consideración sobre la Iglesia jerárquica. Y esto, entonces, con el Sínodo del 85 ya programado por Juan Pablo II fue la bancarrota, acabó, fue suprimido. Quiere decir, teóricamente, que fue entonces curialmente suprimido. En realidad es nuestra fuerza, es la fuerza de nuestra pastoral en América Latina, es el Pueblo de Dios con todas las consecuencias de participación, de contribución, de presencia, de contradicción.

Adital - Sobre la situación de América Latina, hoy podemos decir que hay señales claras de iniciativas concretas que indican no sólo un futuro, sino que muestran una continuidad. Viendo ese pasado, pensando en esas señales y mirando al futuro, ¿cómo es que usted evalúa esa vivencia de esos sectores de la Iglesia?

Don Tomás Balduíno - Antes de hablar de esas señales, que son señales luminosas, quiero mostrar la estrategia, utilizada sobre todo por el Papa Juan Pablo II, de abarcar toda la estructura de la Iglesia. Él se encargó desde la formación del seminario hasta el nombramiento de los obispos, pasando también por el derecho canónico y por la represión de la Teología de la Liberación. Tomó también el colegiado, ya que el nombramiento de obispos se hacía de acuerdo con el sistema romano, entonces, el colegiado fue desapareciendo y reapareciendo las provincias eclesiásticas. Ésa fue una estrategia que perdura con peso hasta hoy en toda la Diócesis, en toda la Iglesia del mundo entero.
Hay señales claras y concretas de vida que continúan del Concilio Vaticano II, viviendo ese carisma en América Latina. Primero los frutos de Medellín, que son las organizaciones sociales campesinas, indígenas, de mujeres que hoy existen. Vivimos las consecuencias queridas y planeadas por Medellín en el sentido de las comunidades, de sus agentes sujetos, autores y destinatarios de su propia caminata.

Esto está ocurriendo más en unos países que en otros. Considero, por ejemplo, a Ecuador y Bolivia como países donde esto es muy flagrante. Después, dentro de la propia Iglesia, el fortalecimiento de las CEBs, los encuentros de CEBs es un llamamiento, el personal viene, es un grupo minoritario, pero muy representativo y significativo en todo Brasil.

También las Pastorales Sociales, cómo han crecido, cómo se han fortalecido ahora en comunión o intercambio con diversas organizaciones sociales populares. Después, los congresos, las organizaciones de líderes de teología, las jornadas muestran que la semilla no fue destruida, la semilla está produciendo frutos. Es muy interesante, creo que se interrelaciona en el mundo entero con las diversas tentativas de romper esa estructura monolítica de la Iglesia.

Adital - ¿Qué falta hoy para que los laicos sean más autónomos, tomen sus propias decisiones? Este Simposio Teológico que estamos haciendo debería ser multiplicado en el sentido de dar a los laicos los medios para sentirse más seguros en sus posiciones y para tomar más iniciativas. ¿Qué falta para que ellos actúen?

Don Tomás Balduíno - Hace 20 años o más que vengo pensando e intentando pasar adelante. Primero es que el futuro está en las manos del laicado de la Iglesia, no de la jerarquía. Banano que ya generó el cacho, no produce más. Tiene su función, pero la fuerza de la Iglesia es el laicado. Y el Concilio ascendió un poco tímidamente sobre esto, pero el camino para superar esas dependencias, esas mil dependencias de la parroquia, o del Obispo, una línea para crear una autonomía es la escuela de teología, la escuela bíblica. Es verdad que tenemos pastorales autónomas, tenemos una pastoral autónoma, que es la Comisión Pastoral de la Tierra, que considero una estructura laica; tiene Obispo en la dirección porque fue pedido por la CNBB, pero lo que vale allí es la presencia del laicado. Y cuando eso es formado, cuando tiene base teológica y sabe ver el futuro, eso no sólo sirve de defensa a la persona o grupo, sino que sirve también de caminata, de servicio al mundo, un servicio necesario que no es sólo la jerarquía o los misioneros los que van a hacer algo, sino los laicos y hasta con más eficacia, con levadura en la masa.